“Nadie pone en oculto la luz encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz” (Lucas 11:23)
“Porque si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros” (1 Corintios 14:14,25)
Como bien sabemos, no hay quien busque a Dios, ni quien entienda, ni que quiera acercarse a las reuniones, etc. (Romanos 3:11)
Por lo tanto, debemos pensar que cuando alguien viene a la reunión, está siendo atraído por Dios. El Espíritu Santo lo está trabajando y nosotros, debemos simplemente presentarle a Cristo, teniendo mucho cuidado, pues Dios nos ha confiado a esa alma.
Tengamos presente que debe haber un gran trabajo espiritual en las personas que, viendo a gente desconocida, reunida solemnemente, celebrando un culto que desconocen, franqueen la puerta e ingresen para escuchar. Por eso la Biblia nos enseña que, en esos casos, todos deberían poder hablarles de parte del Señor y mostrarles amor siendo cordiales y receptivos, pues en eso conocerán todos que sois mis discípulos, dijo el Señor (Juan 13:35) Y si todos profetizáis teniendo algo del Señor para él, por todos será convencido y reconocerá “Dios está entre vosotros” (1 Corintios 14:25) Esa persona dirá: Este lugar es especial. Aquí está el Señor.
Todos debemos estar preparados para recibir a las almas que invitamos a las reuniones o que vienen providencialmente a escuchar el evangelio, pues el Señor quiere que todos sean salvos. Todos sabemos que la evangelización se realiza fuera de la congregación, en el mundo, pero teniendo el privilegio de tener un lugar donde la gente pueda escuchar la Palabra, no lo desaprovechemos y prediquemos el Evangelio.
Pensamientos para reflexionar