“Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová” (Génesis 18:19)
“Como saetas en mano del valiente, Así son los hijos… Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos” (Salmo 127:4,5)
La Biblia compara a los hijos, con las saetas, <flechas> del arquero diestro. Enseñándonos que son una bienaventuranza.
La técnica del arco es todo un arte de precisión. El arquero prepara sus flechas con mucha dedicación. Deben estar perfectamente equilibradas, según medidas exactas y hasta los detalles de las plumas de la cola deben ser bien precisos, para darle estabilidad y que dé en el blanco.
En hebreo, una de las acepciones de la palabra pecado es: Errar al blanco. Cuando leemos por ejemplo: “Todos pecaron” (Romanos 5:12) Es como si dijera: Todos erraron el blanco. Ninguno es capaz de vivir conforme al objetivo, voluntad y propósitos de Dios.
Estos detalles nos hacen comprender como los hijos nos son dados por Dios para que los formemos pacientemente para el Señor, como flechas, para que den en el blanco. Lo cual sería que sean salvos y vivan sus vidas conformes a la voluntad de Dios.
“Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6) “Despojados de todo peso y del pecado que los asedia” (Hebreos 12:1) “para que no se aparten ni a diestra ni a siniestra” (Josué 23:6)
“Esforzaos pues para hacerlo” (2 Crónicas 19:11)
Pensamientos para reflexionar
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