“Fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador” (Tito 2:10)
Pasando Jesús entre Samaria y Galilea, se encontró con diez leprosos que le rogaron que tuviese misericordia de ellos. El Señor en su gracia obró el milagro en sus vidas. Sin embargo, sólo uno de ellos, se volvió glorificando a Dios, expresándole su gratitud. Por lo cual el Señor dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?” (Lucas 17: 11-17)
Es notable la falta de respuesta que tenemos para con el Señor luego de haber recibido sus mercedes.
Los creyentes, debemos cuidar nuestra vida y velar en ello, de modo que no se nos tenga que decir, por alguna inconsecuencia: “¿Y los nueve, dónde están?
Por ejemplo, conociendo nuestras debilidades, la Palabra nos dice: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:25) Porque nuestras ausencias hacen doler el corazón del Señor.
También debemos velar, porque Dios ha puesto su Espíritu en nosotros y: “El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22)
El fruto del Espíritu no es una sola cualidad vista en el comportamiento de una persona.
Según el versículo mencionado, SON NUEVE COMPONENTES que forman ese fruto. Cuando, como cristianos, nos mostramos faltos de estas cosas, también cabe que se nos diga: “Y LOS NUEVE, ¿dónde están?
Pensamientos para reflexionar
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