“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” (Salmo 32:1)
La Biblia dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9)
¿Por qué se nos enseña a confesar nuestros pecados en lugar de pedir perdón?
Podemos pensar que, es porque los cristianos sabemos que todos nuestros pecados están perdonados por su nombre (1 Juan 2:12 véase Colosenses 2:13) y que el pecado, luego de la conversión, no nos coloca nuevamente bajo el juicio condenatorio, sino que corta la comunión con Dios nuestro padre; siendo, la confesión, el medio para restablecerla.
La palabra CONFESAR, en griego, quiere decir literalmente: Hablar lo mismo, decir lo mismo…
Esto es muy interesante, porque quien hace una confesión, está de acuerdo con Dios y dice lo mismo que Dios diría.
Recordemos que uno peca, pero, detrás de ese pecado hay otros pecados y todo un camino hecho.
Por ejemplo: Dios, no le dice a quién robó simplemente: robaste. Sino que le hace ver todos los detalles que lo llevaron al hecho, con el cual lo ha deshonrado robando: Desobediencia, falta de fe, carnalidad… Y quien pasa por ese trabajo de corazón al sentir su pecado, en la confesión, reconoce y dice todas esas cosas.
En la confesión, uno no pide simplemente perdón, sino que confiesa lo hecho, reconociendo los pasos dados. No justifica nada, condena cada detalle, y Dios lo perdona.
Pensamientos para reflexionar
www.lacuevadeadulam.com.ar weblacuevadeadulam@gmail.com