“Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:31,32)
“Más a todos los que le recibieron (a Jesús como Salvador), a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12)
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Juan 3:1)
La Biblia dice claramente que no hay hombre justo en la tierra que haga siempre el bien y nunca peque (Eclesiastés 7:20) Todo eso es bien cierto, pero entonces nos preguntamos: ¿Los que hemos creído en el Señor Jesús como nuestro Salvador y por gracia mediante la fe hemos sido salvos y nacido de nuevo, debemos autotitularnos: PECADORES? ¿Es así como Dios nos llama?
La respuesta es: NO
Lo que la Biblia dice acerca de nuestra condición humana debida al pecado es cierto y nadie lo puede negar. Pero eso es cuando se menciona al hombre en su estado natural, no al hombre en Cristo, tal como ve Dios a quien verdaderamente ha recibido a Cristo como su salvador.
Es cierto que el creyente tiene dos naturalezas y que la carne tiene una lucha continua contra el Espíritu (Gálatas 5:17) Pero Dios ya no ve ni menciona a sus hijos como pecadores, sino como a santos. Cuando en la Biblia se habla de pecadores, nunca es para mencionar a los creyentes en Cristo, sino al hombre en su estado natural. Nosotros por lo tanto, no debemos autoproclamarnos pecadores, sino hijos de Dios, porque aunque podamos aún pecar, no vivimos en pecado, ni es el pecado nuestra práctica habitual.
Dios no excusa a nadie cuando peca, pero a quienes han recibido a Cristo no los llama más pecadores, sino hijos, santos y amados.
Pensamientos para reflexionar