Después (Jesús) llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos. Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en el cinto, sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas. (Marcos 6:9)
El evangelio de Marcos, presenta al Señor como el Siervo perfecto. “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento” (Isaías 42:1) Es el evangelio donde se destaca el servicio y sus cualidades.
Marcos relata que cuando el Señor envió a los doce de dos en dos, los invistió de autoridad para hacer la obra, mandándoles confiar plenamente en él sin estar preocupados por los recursos humanos. Es notable ver como los predicadores del reino de Dios, debían dejar atrás sus temores y sus afanes, no diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? (Mateo 6:31)
Sin embargo, hay algo, que en este evangelio se les recomienda tener, y es el bordón. Un bordón, es un bastón, un sostén. ¡Qué perfecta es la Palabra de Dios!
El bordón es una figura de Cristo que nos sostiene y nos guía. Jacob, siempre se había apoyado en sus mentiras y tretas, hasta que finalmente, luego de tener un verdadero encuentro con el Señor fue tocado profundamente en su carne, y a partir de allí, anduvo solamente apoyado en Dios, figura de su bordón (Génesis 32:31.32) Tanto es así que, al morir, en plena comunión con Dios, adoró apoyado sobre su bordón. (Hebreos 11:21)
Todo siervo del Señor debe encontrar en Cristo su verdadero bordón, un sostén que no falla y nunca deja de ser.
Pensamientos para reflexionar