“Estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores” (Judas 1:18)
“De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste” (Romanos 13:2)
Nunca, como ahora, de manera generalizada, avanzó tanto la maldad y el pecado. Sin embargo, a pesar de todo el mal que se acrecienta a diario, la Iglesia del Señor y el Espíritu Santo morando en ella, impiden que se manifiesten cosas peores, cómo las que muy pronto se manifestarán, luego de que venga el Señor a buscar a los que son suyos (2 Tesalonicenses 2:6,7)
“Entonces se manifestará aquel inicuo…” (2 Tesalonicenses 2:8) Ese personaje nefasto, llamado: Inicuo, es el falso profeta en persona. Inicuo, porque es el hombre sin ley, sin principios, desconocedor de toda autoridad…
Satanás, prepara el terreno para su venida, destronando todo principio de autoridad.
Hoy todos se sitúan bajo el mismo plano. Los hijos discuten de igual a igual con sus padres, los alumnos con sus educadores… se insulta impunemente a los gobernantes, a los jueces, y nadie se somete a nadie a no ser de común acuerdo. En todos los ámbitos se está suprimiendo de a poco toda clase de autoridad. ¡Eso es terrible!
Dios maneja con orden a su creación, y cuando se rechaza el orden y las leyes divinas, todo va de mal en peor. Sin embargo, Dios aún desea que los hombres reconozcan el señorío de Cristo y lo reciban como Salvador, para que vivan felices, en paz, y sean librados de la ira venidera.
Pensamientos para reflexionar