“El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero” (Juan 12:48)
¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin? (Jeremías 5:31)
Hay argumentos que a los hombres les gustan, porque los hace sentir menos culpables.
La doctrina de la predestinación para perdición, la reencarnación, el karma… tranquilizan la mente de muchos.
En cambio, la Biblia, presenta al hombre claramente responsable ante Dios, aunque esto moleste.
Los hombres prefieren alimentar la idea de que todo esté marcado por el destino y que todo sucede naturalmente. De esa manera, si todo está signado por el destino, no tienen culpa.
Sin embargo, Dios, declara al hombre responsable de la decisión de creer, o rechazar la verdad para ser salvo. (2 Tesalonicenses 2:10)
Dios nos enseña en su Palabra, que nadie se pierde porque no pudo creer ni comprender, ni por haber sido designado para la incredulidad. Las personas se pierden por rehusar lo que Dios les dice y ofrece por gracia. Por no querer ir y rendirse ante el Salvador.
Jesús dijo: “No queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:40) cumpliéndose lo dicho: “Por cuanto llamé, y no quisisteis oír…” (Proverbios 1:24)
Es tremendo que Dios deba decir: “Y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron convertirse” (Jeremías 5:3)
Esa es la triste condición del hombre en su altivez, que luego argumenta contra su creador, de que por una razón ajena a él, no pudo creer y recibir a Cristo.
Pensamientos para reflexionar
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