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«Jesús dijo: No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.» (Lucas 5:32)
“Arrepentimiento para vida” (Hechos 11:18)
Todo lo concerniente a nuestra salvación proviene de Dios.
Él nos ha dado a su Hijo Jesucristo como Salvador, y trabaja las almas por medio de su Espíritu, para que lo reciban.
Dios, es el que despierta por Su Palabra, el oído del hombre para que escuche su voz. El que lo lleva a verse ante la luz divina tal cómo es, porque “No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios” (Romanos 3:11)
Dios es quien lo hace conmover y sentir el peso de la culpa de su pecado como nunca antes, mediante la intervención de su Espíritu, “para que se arrepienta para salvación” (2 Corintios 7:10)
Pero hay también un estado del alma, parecido al arrepentimiento que es el REMORDIMIENTO.
Es parecido, pues en el ARREPENTIMIENTO, como en el REMORDIMIENTO, se siente la culpa y dolor por el mal obrar.
La diferencia radica en que el ARREPENTIMIENTO es causado por el Espíritu Santo y conduce al alma a un cambio y una entrega total a Dios. En cambio, el REMORDIMIENTO, si bien, siente el pesar, no cambia su postura orgullosa ni desea cambiar.
Pedro negó al Señor, y fue movido al ARREPENTIMIENTO. Judas traicionó al Señor, y sólo conoció el REMORDIMIENTO.
David, cuando pecaba se arrepentía. Saúl, sentía pesar por sus faltas, pero no cambiaba.
Las verdaderas conversiones se producen habiendo experimentado ARREPENTIMIENTO.
Pensamientos para reflexionar
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