“SI alguno habla, sea como los oráculos de Dios; si alguno ministra, sea como del poder que suministra Dios: para que Dios sea glorificado en todas las cosas” (1 Pedro 4:11 V. Mod)
“Mas el que tuviere mi palabra, hable mi palabra con fidelidad” (Jeremías 23:28 V. Mod)
La iglesia se reúne por diferentes motivos. Se congrega para ser edificada por medio de la exposición de la palabra, ya sea mediante predicaciones o reuniones de estudio. Para la oración, donde vuelca como asamblea su corazón en agradecimiento, rogativas y peticiones. Y se reúne para hacer memoria del Señor y proclamar su muerte en adoración, en las reuniones del partimiento del pan, también llamada celebración de la Cena del Señor. (Hechos 2:42) Además de estas reuniones regulares de la Iglesia, hay ocasiones en donde se celebran reuniones convocadas para la evangelización, estudios especiales, etc.
Toda reunión tiene un carácter particular y un objetivo que no es exactamente igual. Cuando nos reunimos para la edificación espiritual, allí el Espíritu de Dios, toma de las cosas que son de Cristo y nos las da a conocer. Dios, por medio de su Palabra y la acción de su Espíritu, utilizando a algunos hermanos nos habla al corazón, conduciéndonos a toda verdad (Juan 16:13,14) Allí, Dios habla y el hombre escucha, recibiendo iluminación, instrucción, corrección, exhortación, consolación
En esas reuniones la acción espiritual es de arriba hacia abajo. Es Dios que se dirige a los hombres que se encuentran reunidos. En cambio, cuando nos reunimos, para orar, o adorar, elevamos nuestras acciones de gracias a Dios. Y allí la acción espiritual es diferente. No es desde Dios hacia nosotros, sino de nosotros hacia Dios.
Continúa en la parte (3)
Pensamientos para reflexionar