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REUNIÓN PARA EL PARTIMIENTO DEL PAN Y LA ADORACIÓN
Dijo Jesús: “Haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19)
“Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre” (Hebreos 13:15)
“Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales” (Efesios 3:10)
Cuando la Iglesia se reúne para recordar al Señor en su muerte por medio de la celebración de la Cena del Señor, la acción espiritual es ascendente, pues el Espíritu Santo nos conduce a dirigirnos a Dios en adoración y alabanza, llenos de acciones de gracia. Por eso decimos que cada reunión tiene su particularidad porque, dependiendo del tipo de reunión en el que nos encontremos, El Espíritu Santo que es el dirigente divino, tiene un receptor distinto.
Cuando en las reuniones se predica el evangelio, el receptor es el oyente necesitado del salvador. En la reunión de edificación, los receptores somos los creyentes. Sin embargo, cuando adoramos, el receptor es el mismo Dios y su Hijo Jesucristo nuestro Salvador, a quienes adoramos dirigidos por el Espíritu. Esto hace que las reuniones de adoración, sean distintas de las demás.
El Señor está siempre presente en todas las reuniones, pero en la adoración muy particularmente pues él es el objeto de nuestra alabanza (Deuteronomio 10:21) Es una reunión en memoria de él, donde no hay otros intereses. No nos reunimos para pedirle cosas, ni nada por el estilo. La acción espiritual es siempre hacia arriba, elevando nuestra adoración a Dios, por eso es una reunión especial y tan directamente para Dios que es la única actividad que la Biblia nos muestra que cuando cesen todas las demás reuniones, seguirá realizándose en los cielos.
Pensamientos para reflexionar
