
“Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6)
“Persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste… que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras” (2 Timoteo 3:14,15)
Cuando los hijos de los creyentes se extravían en el pecado, no falta quien diga: “¡Era de imaginar! Criar a los hijos con tanta Biblia termina haciendo de ellos, jóvenes que cuando pueden, corren al mundo” Como si el mal estuviera en la crianza bajo los preceptos bíblicos y no en el corazón del hombre que se rebela contra Cristo.
Lógicamente, como padres no debemos justificarnos, pero esto no quita la responsabilidad de los hijos.
Que los hijos quieran vivir conforme a los principios del mundo y alejados de Dios, es una muestra, no de que son víctimas de la enseñanza bíblica severa, sino de que las enseñanzas de la palabra nunca tocaron sus corazones, ni la gracia de Dios fue comprendida y recibida con fe.
La Biblia dice: “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él” (Proverbios 22:15) “Corrige a tu hijo, y te dará descanso, Y dará alegría a tu alma” (Proverbios 29:17) “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige” (Proverbios 13:24)
El deber de los padres es criar a los hijos no provocándolos a ira, en la disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:4) Dándoles buenos ejemplos, regando la semilla del evangelio puesta en ellos con oraciones; esperando en la gracia de Dios.
Pensamientos para reflexionar