
“Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, No consientas. Si dijeren: Ven con nosotros… Echa tu suerte entre nosotros; Tengamos todos una bolsa Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas” (Proverbios 1:10-15)
La psicología enseña que es muy importante aprender a decir NO. Generalmente, para evitar quedar mal, todos tenemos un sí fácil, que nos compromete a hacer cosas que muchas veces no podemos hacer. Sin embargo, nos comprometemos y luego penamos por eso. Cuando era más fácil decir la verdad y hacer las cosas, hasta donde podamos.
En el plano espiritual, es todavía mucho más necesario saber decir NO. Porque estamos rodeados de personas que nos invitarán e incitarán a hacer cosas que Dios no quiere. Ante las cuales, debemos simplemente decir NO. Saber decir no, sin seguir dando vueltas, fue lo que salvó a José de pecar con la esposa de Potifar. No saber decir no, lo hizo equivocar al rey Josafat, cuando al visitar al malvado Acab, que era el rey del norte, éste le dijo: ¿Quieres venir conmigo a pelear contra Ramot de Galaad? Y Josafat dijo sí. Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos. (1 Reyes 22:4) No, tendría que haberle dicho también cuando le dijo que se vistiera con las ropas reales mientras Acab se disfrazaría para que no lo reconocieran, pues eso casi le cuesta la vida. (1 Reyes 22:30)
Así, podríamos multiplicar ejemplos de veces que los creyentes deberíamos haber dicho NO y mantenernos firmes para no pecar. Pues equivocarse y pecar, nunca es gratuito y siempre trae consecuencias.
Pensamientos para reflexionar