
“Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado” (Romanos 10:8-11)
La Biblia dice: “El hombre será saciado de bien del fruto de su boca; Y le será pagado según la obra de sus manos” (Proverbios 12.14) Es como decir: Cada uno recibe el fruto por lo que dice, y recibe el pago por lo que hace. Esas expresiones, además de las demás enseñanzas que podamos sacarle, nos hablan también de la salvación y los galardones que recibiremos los creyentes andando en las buenas obras que Dios preparó de antemano
Algunos dirán: ¿Adónde se ve eso en ese versículo? Bueno, podemos decir que del fruto de la boca, tal como lo dijo el Señor Jesús, el hombre será bendecido o no, salvo o condenado Por que “por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:37) Y “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:9-10) Esto no quiere decir que uno es salvo por confesión, sino que la confesión da testimonio de la salvación y que es la parte de todo verdadero creyente. Pues Dios no prometió darle la salvación a quienes se esforzaran por lograrla, tratando de mejorarse a sí mismos, sino a quienes creen en el Señor Jesús y lo confiesan como su Salvador personal.
Continúa en la parte 2
Pensamientos para reflexionar