PASANDO LÍMITES

“No traspases los linderos antiguos Que pusieron tus padres” (Proverbios 22:28)

“Al que aportillare vallado, le morderá la serpiente” (Eclesiastés 10:8)

“Los príncipes de Judá fueron como los que traspasan los linderos; derramaré sobre ellos como agua mi ira” (Oseas 5:10)


La Biblia dice que “Dios no es Dios de confusión” (1 Corintios 14.33) y siempre vemos que todo lo que está en relación con él, está en un orden perfecto.

Para mantener el orden, es necesario que se fijen límites y que estos se respeten.

Debemos tener mucho cuidado con pasar ciertos límites, pues al hacerlo, lo sufriremos y eso nos llevará a un estado de turbación, donde la mayoría de las veces el enemigo gana ventaja, haciéndonos creer a que ya se nos va a pasar e incitándonos a que vayamos por más. De esa manera, lo que empezó con pequeñas cosas a nuestros ojos, precipita a un abismo del mal del que luego cuesta mucho salir.

Por ejemplo: Quien por diversión mata a un animalito, ha pasado un límite. Ha quitado una vida sin necesidad y sin el permiso de Dios para hacerlo. Luego, ese límite mental que había formado su conciencia se ve debilitado en ese sector, y bajo circunstancias apremiantes con mayor facilidad se desbocará por ese lado, aunque ya no se trate de atentar contra un animalito sino contra un semejante.

Esto lo podemos aplicar en muchos aspectos. Quienes se toman licencias morales, en cosas que la Biblia prohíbe, cruzan la línea de un límite, y por allí, luego se deslizan a pecados que ni siquiera pensaban.

¡Qué el Señor nos guarde sin caída para su gloria!


Pensamientos para reflexionar

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