“ ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” (Romanos 11:33)
¡Qué maravilloso fue el plan de salvación de Dios! El creador supremo quiso que compartamos con Cristo todas las cosas, pero no por derechos de creación, sino por redención. “Mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24)
Redimir: significa rescatar a alguien, liberarlo de una situación de esclavitud o cautiverio mediante un pago. El género humano, por causa de su desobediencia, cayó en la esclavitud del pecado y el sometimiento de Satanás. Pero Cristo nos redimió, pagó nuestro rescate, y no con cosas corruptibles como oro ni plata, sino con su sangre preciosa, como la de un cordero sin mancha ni contaminación (1 Pedro 1:18,19)
Decir que pagó con su sangre, significa que pagó con su vida. Nuestro Señor derramó su sangre, dio su vida por nosotros y así dio el pago exigido. “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23) No había otra forma de pago y Cristo Jesús pagó.
Hoy los que nos hemos reconocido pecadores perdidos, arrepentido y aceptado a Cristo como Salvador, nos gozamos en nuestra salvación y exclamamos como está escrito. ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! (Romanos 11:33)
El Hijo de Dios descendió del cielo, se hizo hombre para dar a Dios el precio del rescate nuestro y nos hizo suyos para siempre. ¡Adoremos su Santo Nombre!
Pensamientos para reflexionar