CEÑIRSE PARA EL SERVICIO

“Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas” (Lucas  12:35)

“Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura” (Isaías 11:5)


El evangelio de Marcos  presenta a Jesús como el Siervo Perfecto (Isaías 42:1) y por ende, de ese evangelio sacamos hermosas enseñanzas para el servicio.

Al final del evangelio se nos dice que cuando fueron a apresar a Jesús: “todos los discípulos, dejándole, huyeron. Pero cierto joven le seguía, cubierto el cuerpo con una sábana; y le prendieron; mas él, dejando la sábana, huyó desnudo” (Marcos 14: 50-52)

Pedro, había dicho que estaba dispuesto a dar su vida por el Señor, pero, luego, le negó tres veces. El joven mencionado en este evangelio, se destacó del resto, porque quiso seguir a Jesús cuando todos huyeron. Sin embargo, en el sentido espiritual omitió algo que es indispensable para seguirlo: No estaba ceñido.

Los siervos debían ceñirse para servir. (Juan 13:4,5)

Los sacerdotes estaban ceñidos (Éxodo 28:4)  igual que los profetas (2 Reyes 1:8) (Mateo 3:4) y los soldados.  Parte de la armadura de fe, para resistir los embates del enemigo, es estar “Ceñidos los lomos con la verdad” (Efesios 6:14)

Ceñirse, significa estar bien sujeto. Sujetar nuestro ser interior; pensamientos y sentimientos para obrar correctamente. El Joven, como no estaba sujeto, cuando le prendieron, huyó desnudo; es decir, cuando se vio ante la verdad, mostró su carne.

En el sentido espiritual, cuando al servir al Señor, no se está ceñido por la verdad, enseguida  se ve “la carne”.


Pensamientos para reflexionar

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