Leer el Salmo 139
“Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda… ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?… Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre” (Salmos 139:1-4,7 y13)
El Salmo 139 describe a Dios como un ser maravilloso, omnisciente, omnipresente, omnipotente… Miles de millones de seres viven sobre la tierra, y Dios los conoce a todos. El Salmista reconoce que aún lo que pensamos y antes de que lo expresemos, ya lo sabe. Que es él quien nos protege, y que, a pesar de que lo desechamos, él sigue fiel en su amor, buscándonos para tenernos consigo, salvos y santos en su presencia.
Además, en este salmo, encontramos otra realidad y es la que nos enseña que no existe ninguna persona sobre la tierra, nacida al azar, por casualidad, sin que Dios lo trajese a la vida y en amor proyecte un propósito para con él.
Muchos sufren, sintiéndose hijos no deseados, hijos ilegítimos o cosas por el estilo.
Ellos deben saber que eso no es así. ¿Hijo no deseado? Claro que no, fuiste deseado por Dios. Que tú nacieras fue un milagro de vida. Existen relaciones ilegítimas, pero no hijos ilegítimos. Cada persona puede decir: “Mi embrión vieron tus ojos…” Porque Dios lo trajo a la existencia y lo colocó en el mundo. Ahora, solo queda que ese ser, no camine fuera de la comunión con su creador, fuera del propósito para el que fue creado. Y para eso, debe confiar en Jesús como su Salvador recibiendo el mensaje del evangelio, por medio del cual tendrá vida eterna.
Pensamientos para reflexionar