EL AGUIJÓN DEL PECADO

“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.  ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley” (1 Corintios 15:53-56)


La muerte es llamada “el rey de los espantos” (Job 18:14) Es aquello que al hombre lo aterra porque no la puede evitar y que puede llegarle en cualquier momento.

La Biblia nos enseña que la muerte es la consecuencia del pecado. Si no hubiera existido el pecado, tampoco existiría la muerte. “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23)

También se nos dice claramente que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado la ley. Esto significa que, sin pecado no habría muerte, y que sin ley no habría condenación. El pecado conduce inevitablemente a la muerte y lo que lo hace completamente aterrador, es la ley que condena todo lo que sea pecaminoso. 

Los seres humanos tienen una responsabilidad penal ante Dios, porque son pecadores y hay una ley que condena el pecado. Debido a esto, es que Dios envió a su Hijo desde los cielos para que muriera pagando por nuestros pecados. Jesús se presentó como sustituto en el juicio por nuestros pecados. La ley que exigía la condenación, fue satisfecha en la cruz, condenándolo en nuestro lugar, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.  

Para el creyente no hay condenación ni temor a la muerte, porque la muerte ha perdido su temible aguijón, que es justamente el poder del pecado que nos condenaba.


Pensamientos para reflexionar

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