“Vuélvete… dice Jehová; no haré caer mi ira sobre ti, porque misericordioso soy yo, dice Jehová” (Jeremías 3:12)
“Tú, pues, vuélvete a tu Dios; guarda misericordia y juicio, y en tu Dios confía siempre” (Oseas 12:6)
Adán fue sacado del huerto del Edén y allí todo cambió. De allí en más, debería comer el pan con el sudor de su frente, experimentando las consecuencias del pecado a su alrededor.
Adán y Eva tuvieron hijos. Uno fue llamado Caín, quien cometió un hecho aberrante matando a su hermano Abel. Caín se alejó de la presencia de Dios, pero de su descendencia salieron hombres notables, sobresalientes, que se dedicaron a la música, fueron artífices y desarrollaron las técnicas de la cría de ganado, habitando en tiendas. (Génesis 4:16-22)
Adán, también tuvo un hijo llamado Set y a partir de allí se dice: “Entonces los hombres empezaron a invocar el nombre de Jehová” (Génesis 4: 26)
En ese mundo en desarrollo, los hombres experimentaron el vacío de Dios, pero, ¿qué hicieron? Unos quisieron hacer el mundo mas confortable y entretenido, llenando su vacío existencial con actividades, sin volverse a Dios. Otros, pensaron en volverse a Dios. Los trabajos internos de Dios en sus corazones, surtieron efecto, y buscaron su rostro invocando su Nombre.
Hoy sucede algo similar. Sobre esta tierra se vive mal, y mientras unos buscan satisfacción y paz en la prosperidad, en la lujuria o en lo que fuese, otros, reciben la Palabra de Dios y dejan que Dios trabaje sus corazones, confiando en Cristo como salvador.
¡Bendito sea Dios! En Cristo está la solución del hombre.
Pensamientos para reflexionar