Jesús… A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12)
Esta declaración del versículo del encabezamiento, es clave para comprender porque muchos dicen ser de Cristo, pero siguen sin convertirse verdaderamente. Pues vemos que la vida eterna no se trata de estar de acuerdo con lo que se dice la Biblia de manera intelectual. Sino de algo más profundo, como lo es reconocerse pecador, sentirse perdido y creer en el Señor Jesús como su Salvador entregándole la vida. Muchas personas relacionadas por parentesco, cultura, etc. con cristianos verdaderos, adoptan de alguna manera la cosmovisión cristiana en muchas cuestiones, pero, no se ve en ellos un cambio de vida, de hábitos y costumbres como los que produce el nuevo nacimiento espiritual del cual habla el Señor en (Juan cap. 3) Porque no es algo que pase por la cabeza y que se aplica para algunas cosas, sino de recibirlo como dice (Juan 1:12) lo cual significa abrirle el corazón, rendirse a los pies de Jesús entregándole la vida y su comando. Y esto, justamente por creer en su nombre, el cual dice lo que es, e implica lo que hace.
El nombre Jesús significa: Jehová salva, o Dios salvador. Y esto es lo que debemos creer acerca de Jesús: Que él es Dios y que, habiendo venido hasta nosotros, revistiéndose de humanidad murió por nuestros pecados para que todo aquel que en el crea, no se pierda más tenga vida eterna (Juan 3:16)
Pensamientos para reflexionar