EL HOMBRE DE CIENCIA Y SU PROBLEMA DE FE

“La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17)

“Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas” (Santiago 1:21)

“Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6)


Un hombre erudito, que solía definirse como un hombre de ciencia, solía conversar a menudo con un cristiano acerca de las cosas de Dios, pero siempre las rechazaba, argumentando tener ciertas discrepancias, ya que todo lo analizaba científicamente y reconocía no tener ninguna certeza, ni aun con la ciencia con quien se identificaba, porque reconocía que lo que la ciencia hoy afirma, mañana lo desmiente.

El creyente, siempre encontraba resistencia, pero dentro de lo que podía seguía hablándole acerca del evangelio y no de las tantas otras  cuestiones que al hombre de ciencia le interesaban. 

El hombre de ciencia decía que deseaba tener la fe de los cristianos, pero que para él era imposible. El creyente le dijo: Usted dice que quisiera tener esa fe, pero hace todo lo contrario a lo que Dios dice para adquirirla. La fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios. Por lo tanto, si quiere tener fe, lea la Biblia. Pero léala, con la misma disposición que ha leído las otras cosas, aceptando lo que ella dice, no rechazando lo que está escrito ni poniéndolo en duda. Lea sin prejuicios, como cuando lee las otras cosas que no rechaza, sino que las acepta hasta sacar luego una conclusión final.

Si así lo hace, deseando verdaderamente encontrar la verdad, Dios se estará manifestando  a su corazón  y disipará sus dudas.


Pensamientos para reflexionar

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