“Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” (Romanos 12:5)
“En la heredad que poseas en la tierra que Jehová tu Dios te da, no reducirás los límites de la propiedad de tu prójimo, que fijaron los antiguos” (Deuteronomio 19:14)
Cuando se desconoce la autoridad de Dios en la Asamblea, y no se vive la verdadera forma de gobierno que Dios quiere que se administre en su Iglesia, se comienza a actuar anárquicamente y eso es terrible. Pero, igualmente, cuando algunos por temor al desorden, imponen su autoridad a la fuerza, la asamblea deja de actuar como unida a Cristo.
Si la Asamblea se convierte en un lugar exclusivo para algunos pocos cristianos, cayendo en un “elitismo” religioso, con requisitos para la comunión que son fruto de una mala interpretación bíblica, esa congregación, en lugar de ser un testimonio de lo que es la Iglesia del Señor, es simplemente una secta más.
La Iglesia es columna y baluarte de la verdad (1 Timoteo 3:15) Esto significa que la Iglesia es la que sostiene, defiende y ornamenta la verdad en la tierra. En la Iglesia del Señor, donde los creyentes se congregan en Su Nombre, lógicamente, debe imperar el orden, “porque Dios no es Dios de confusión” (1 Corintios 14:33) Pero, no podemos so pretexto de guardar el orden, negarles a los demás cristianos privilegios que tienen en Cristo, ni sus derechos sacerdotales.
El tema es solemne y bien delicado, pero sencillo para quienes descansan en el Señor.
Por eso debemos obedecer a las Escrituras y estar sujetos a los que nos conducen en el Señor, bajo una justa interpretación bíblica. (Hebreos 13:18
Pensamientos para reflexionar