
“Y tomarán de la sangre (del cordero), y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. … Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y ejecutaré mis juicios… Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad” (Éxodo 12:6-13)
“Juan, mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios” (Juan 1:36)
La pascua era la primera de las siete fiestas de Jehová en el calendario judío. (Levítico 23) Ellos celebraban en la pascua la liberación de la esclavitud de Egipto, cuando luego de la muerte de los primogénitos, salieron libres de la esclavitud (Véase Éxodo 11 y 12)
PASCUA significa, salto o paso, y es lo que hizo Jehová sobre las casas de los israelitas que estaban protegidos bajo la sangre del cordero pascual. (Éxodo 12:13) Mientras que todas las demás casas fueron visitadas por el juicio de Dios.
Esto evidentemente nos habla al corazón.
Los creyentes recordamos siempre esa pascua, ese paso por alto de Dios en juicio sobre nosotros. Pero de manera especial, cada primer día de la semana, cuando celebramos la Cena del Señor, haciendo memoria de nuestro salvador proclamando su muerte.
La pascua habla elocuentemente de Cristo, de su sangre derramada para salvarnos de la condenación. Y no para que la gente salga a celebrar la pascua judía, sino para que piensen y se apropien verdaderamente del cordero de Dios, Cristo Jesús, creyendo en él como salvador. Los que así lo hagan, pueden tener la certeza de lo que Dios dijo. Veré la sangre y pasaré de vosotros, pues ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. (Romanos 8:1)
Pero ¡Cuidado! los que no lo crean y rechacen, experimentarán como aquellos egipcios sobre sí mismos, el juicio de Dios.
Pensamientos para reflexionar