“Según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 1:1)
“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17)
Entre las calamidades que ha originado el pecado, tenemos, la culpa que reclama el perdón y la condena que exige justificación. Sin embargo, el Evangelio proclama que “Ninguna condenación hay para los que están EN Cristo Jesús” (Romanos 8:1)
El hombre, descendiente de Adán, nace en pecado. (Salmo 51:5 -58:3) Y como la consecuencia del pecado es la muerte: “En Adán todos mueren” (1 Corintios 15:22)
Siendo Adán el primer hombre, es la cabeza representativa de la raza humana. Presentarte ante Dios en Adán, es presentarse en pecado. Por eso, vino Cristo y habiendo muerto por nuestros pecados, se ofrece como Salvador.
Representados por Cristo, en virtud de su obra y vistos EN EL, ninguna condenación hay.
Notemos bien que esta declaración es, para los que están EN Cristo Jesús, y no, simplemente para los que creen en Cristo Jesús; aunque obviamente, para estar EN EL, se necesita haber creído.
Jesús dijo: “Si no creéis en mí, EN vuestros pecados moriréis” (Juan 8:24) y (Apocalipsis 14:13) “Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren EN el Señor”
Hay solamente dos formas de pasar a la eternidad: EN nuestros pecados, o, EN el Señor.
Dos formas de presentarse ante Dios. En Adán, con nuestros pecados, para recibir la condenación, o EN Cristo, Salvos, sin ninguna condenación.
¡Ahora es el momento de aceptar a Cristo!
Pensamientos para reflexionar