Todos los escritos
“Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Eclesiastés 7:20)
“¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3:9-12)
Nadie es tan malo como para que Dios no pueda salvarlo, como muchos creen. Ni nadie tan bueno como para que Dios tenga que tenerle contemplación y merezca la salvación. Por cuanto no hay diferencia. Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios. (Romanos 3:22,23)
Por este motivo, todos necesitan un salvador. Ese salvador tenía que ser provisto por Dios mismo, ya que ninguno de nosotros puede redimir a su hermano ni dar a Dios su rescate (Salmo 49;7)
Como la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23) y todos somos pecadores, todos debemos morir por nuestros propios pecados sin poder, aunque quisiéramos pagar por nuestros seres queridos.
La Biblia dice: ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! (Romanos 11:33) Y los creyentes en Cristo en Jesús decimos: ¡Amén! Porque en realidad nuestra salvación es maravillosa.
El hombre pecó, y el castigo debía caer sobre el hombre mismo. Hombre que estuviera exento de ese castigo no existe, pues el único sin pecado es Dios. Entonces, el Hijo de Dios, desciende del cielo, se reviste de humanidad y siendo el único hombre sin pecado se presenta para morir por nosotros ocupando nuestro lugar. ¡Qué maravilla!
Por eso hoy anunciamos esa salvación preguntando como dice el himno: Tú. ¿Has hallado en Cristo a tu buen salvador?
Pensamientos para reflexionar
