LA MANIFESTACIÓN DE UNA NUEVA VIDA

“¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación… Más que todos mis enseñadores he entendido, Porque tus testimonios son mi meditación” (Salmo 119:97,99)


La salvación es  más que el perdón de los pecados, implica también la vida eterna.

Juan nos habla de esa vida de una manera particular: “Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida” (1 Juan 5:11,12)

Quien recibe a Cristo como salvador, no solamente está perdonado, sino que recibe una nueva vida y comienza a vivir todo lo propio a esa vida nueva.

La nueva vida, en el sentido humano, se manifiesta porque los niños se alimentan y nutren, crecen cada día, y comienzan a inquirir en cada detalle de ese nuevo mundo en el cual se encuentran.

Con el nuevo nacido espiritualmente,  pasa algo similar. Se despierta en él, un deseo ferviente de conocer más acerca de su salvación y de su Salvador. Adquiere una Biblia, la lee diariamente, lee todo cuanto esté a su mano para edificación. Ora y desea estar en todas las reuniones que le sea posible donde se estudie la palabra de Dios “A fin de conocerle” (Filipenses 3: 10)

Si esto no sucede, algo anda mal. El nuevo nacido debe manifestar un deseo de conocer a Cristo por sobre toda otra ocupación religiosa.

“Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina” (1 Timoteo 4:15,16)


Pensamientos para reflexionar

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