“Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado…” (1 Corintios 1:1,2)
La Biblia dice: “El evangelio es poder de Dios para todo aquel que cree” (Romanos 1:16)
La Palabra es clara.
¿Qué podríamos hacer para lograr que el evangelio sea más efectivo, o más agradable?: NADA
Lo que debemos procurar es no desvirtuarlo predicándolo con fidelidad, tal como lo presenta Dios en su Palabra y tal como llegó a nosotros.
Hay quienes no comprendiendo el mensaje del evangelio, hablan solo del amor de Dios, pero no con relación al estado de perdición del hombre, sino del amor que soluciona todas las calamidades del hombre sobre la tierra. No hablan del pecado para que nadie se sienta ofendido pensando que esa es la mejor forma para que la gente lo acepte. Eso es un error.
Los discípulos fueron enviados por el Señor a predicar el evangelio, comenzando desde Jerusalén. Y ¿Cuál fue el mensaje dado a aquellos que le habían dado muerte y negaban que fuera el Cristo? Justamente un mensaje que primeramente los responsabilizaba, declarando en todo lugar que Jesús era el Cristo, el Hijo de Dios, y que anunciaba el perdón de pecados en su nombre.
Dios, primeramente nos hace ver nuestro estado de perdición; luego nos presenta la salvación.
El evangelio no es para divertir, ni para quedar bien; es un mensaje de Salvación. Un mensaje de gracia que salva a los que sienten perdidos.
Pensamientos para reflexionar