
“Jesús le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?” (Lucas 10:26)
“La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea…” (Isaías 28:13)
Y “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios” (Juan 7:17)
Con respecto a las interpretaciones dadas según el contexto, debemos reconocer que esto está bien, cuando se hace correctamente y no de la manera que suelen hacerlo algunos que tuercen las Escrituras. Por ejemplo: La Biblia presenta de principio a fin un principio de salvación que siempre es por gracia mediante la fe, a través de la obra de Jesucristo. (Efesios 2:8) Sin embargo, de repente, encontramos un versículo que parecería contradecir ese principio de gracia y entonces, sí, debemos preguntarnos: ¿En qué contexto está dicho? ¿A quién se lo dice? Etc. para poder interpretar bien si se refiere a la salvación del alma o a otro aspecto de salvación.
Pero cuando el Espíritu le habla a la Iglesia, como lo hace a través de las cartas apostólicas, interpretar que lo que se enseña en ellas, y que la Iglesia creyó y observó siempre, en la actualidad hay que interpretarlo de otra manera, porque ahora conocemos nuevos detalles históricos etc. llegando a conclusiones a la cual nadie llegaría por sí mismo, es obrar al revés, con mala intención interpretativa.
Esto lo vemos en la iglesia moderna en relación al rol de la mujer en la Iglesia, a los dones y hasta en lo tocante a la salvación, como alegato de las cosas que se han reformado desobedeciendo lo que está escrito. Reconozcámoslo. Analizar el contexto es necesario, pero con un buen espíritu interpretativo.
Pensamientos para reflexionar