“¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” (Romanos 10:14)
“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo…que prediques la palabra” (2 Timoteo 4:1,2)
“Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2 Timoteo 2:4)
La función de la iglesia en la tierra no es la de combatir al mundo y su sistema, rebatiendo sus decisiones. Lógicamente que en un mundo que “yace enteramente bajo el poder del maligno” (1 Juan 5:19) No podremos tener conformidad, pero no debemos olvidar que, sobre esta tierra, somos extranjeros y peregrinos (1 Pedro 2:11) y que no estamos aquí para mejorar el mundo.
La función de la iglesia es otra. Los hijos de Dios estamos aquí para dar testimonio de la gracia y la verdad de Dios. “para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia” (Efesios 3:10) Nuestra tarea es la adoración y la predicación del mensaje de la gracia de Dios (Véase 1 Pedro 2:5 y 9)
No debemos perder las oportunidades para predicar a Cristo. La salvación y la perdición, no son consecuencias de buenas o malas decisiones políticas, económicas, epidemiológicas… sino por la aceptación del mensaje del evangelio o por rehusarse a creer en el Hijo de Dios.
El tiempo se acaba y tenemos poco tiempo, fuerzas y medios… como para perderlos utilizándolos en áreas que no son las nuestras.
Recordemos: Todo cuanto hagamos será poco, por eso un día se nos dirá: “En lo poco has sido fiel” (Mateo 25:21) Con más razón, usemos todos los medios que tenemos en la causa de Cristo.
Pensamientos para reflexionar