
“Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia; de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios” (Colosenses 1:24.25)
Muchos han interpretado el sufrimiento humano como medio o aporte para la expiación de pecado. Esto no tiene fundamento bíblico. La Biblia enseña claramente que “sin derramamiento de sangre no se hace remisión de pecado” (Hebreos 9:22) Es decir que por la sangre vertida de Cristo en la cruz hubo remisión, no por lo que nosotros podamos sufrir directa ni indirectamente mientras estamos sobre esta tierra.
Esa interpretación equivocada sobre los padecimientos que dice que estos sirven para purificar y hacer expiación en coparticipación con Cristo, algunos la apoyan tomando el versículo del encabezamiento, creando de esa manera una falsa doctrina.
Los cristianos participamos en alguna medida de los padecimientos de Cristo (1 Pedro 4:13) Y Pablo, como fiel ministro de Jesucristo también lo padeció.
¿Cuáles son los padecimientos de Cristo, de los cuales podemos participar? Obviamente nadie puede tener parte en los sufrimientos expiatorios de Cristo, porque él únicamente padeció por nuestros pecados para llevarnos a Dios. Pero Cristo, padece lo que padece la Iglesia que es su cuerpo, cuando es perseguida, y vituperada sobre esta tierra. Porque lo que padecen los cristianos, en cierta manera lo padece Cristo.
Pablo como ministro encargado de revelar el misterio de la Iglesia, sufría lo que sufría el Señor por su Iglesia, no lo que sufrió vicariamente para adquirirla, sino lo que faltaba aún que sufriera viéndola afrentada hasta su regreso.
Pensamientos para reflexionar