“Vuelve ahora en amistad con él, (con Dios) y tendrás paz; Y por ello te vendrá bien” (Job 22:21)
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1)
Todos queremos vivir en paz, y deseamos paz en todos los sentidos. La paz, es algo que el hombre perdió al haber pecado. Dice la Biblia que el hombre vivía en paz, rodeado de bendiciones, sin nada que lo perturbara, pero que entró el pecado y echó todo a perder.
Donde hay pecado no hay paz, porque el pecado produce culpa. Nadie puede estar tranquilo si se siente culpable y menos aun si es culpable ante la justicia implacable de Dios. Por eso el hombre elige no creer, pensando que lo que niega no existe, y se embriaga en placeres para no pensar. Sin embargo, tarde o temprano la luz de Dios ilumina, la conciencia acusa, y la falta de paz abruma.
Para gozar de la paz, se requiere la justificación. Hay que cambiar de posición y de estado. Hay dos posiciones en la que se encuentra el hombre ante Dios: Justificado, sin que Dios le reclame nada, o culpable, con todo el peso de sus pecados encima.
La obra de Cristo en la cruz es una obra de justificación. Cristo padeció por nuestros pecados, y Dios, satisfecho en su juicio, perdona y justifica a quienes reciben a Cristo.
La base es la gracia, pero el medio para obtener los beneficios de esa gracia es la fe. Por eso está escrito: Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios.
Pensamientos para reflexionar