JESÚS, VENCIÓ A LA MUERTE CON SU MUERTE

“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre” (Hebreos 2:14-15)


Nuestro Señor gustó la muerte por todos (Hebreos 2:9) Entró en la muerte, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo.

El diablo tenía el imperio de la muerte, porque él podía reclamar la muerte justa del pecador, ya que estaba establecido que la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23) Nadie podía sustraerse de esta condena para quedar libre, “por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12)

La muerte es poderosísima, pues tiene un aguijón letal: El pecado. Y el pecado tiene un poder innegable, la ley. (1 Corintios 15:56)

Sin embargo, vino Cristo y se presentó en el lugar del juicio de manera sustitutoria para nosotros. Entonces, el pecado como aguijón de la muerte perdió su eficacia. Él hizo suyo nuestros pecados, y recibió el castigo por el pecado mismo. Y ya la muerte no pudo retenerlo en sus prisiones, pues no habiendo pecado, no hay condenación para él ni para los que estamos en él, identificados con su muerte.

Nuestro Señor salió de la muerte en resurrección con plena victoria (Apocalipsis 1:18) La gran espada de Damocles para los hombres fue siempre la muerte. Por su temor, experimento la esclavitud bajo miles de formas, pues el hombre sabe que su vida se apaga. Pero para todos los que creen en Cristo como Salvador, es distinto. Libres, tienen la vida eterna.


Pensamientos para reflexionar

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