
“Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (1 Corintios 2:1,2)
“Porque en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12)
Hay un himno que dice: Hay corazones a tu alrededor tristes cansados sin paz, dales consuelo que alivie el dolor, torna su llanto en solaz… Cuenta la historia de Cristo y su amor y de su cruz el poder…
¡Qué expresiones hermosas!
La gente necesita a Cristo. Tiene una gran necesidad de Dios. Por eso, los creyentes debemos presentar a Cristo con un mensaje claro de salvación. Es notable ver como muchas veces se habla más de religión que de Cristo. Se trata de llevar a las personas a la “Iglesia” en lugar de llevarlas al Salvador. Esto, no es un detalle insignificante, es muy significativo, pues Satanás lo percibe y así, como cuando uno contesta una carta documento o un escrito importante, es bien cuidadoso de sus palabras, porque una mala presentación puede hacer que todo se desestime. Así debemos cuidarnos cuando le hablamos a las personas pues si no somos concisos, terminaremos hablando de interpretaciones y formas, en lugar de Cristo. Y Satanás, con su astucia, arruinará la predicación haciendo que la gente piense que no está bien cambiar de religión… Que no pueden traicionar las creencias que tuvieron y les enseñaron sus padres, etc. Mostrándoles además, todas las deficiencias de los creyentes para desalentarlos. En cambio, si le hablamos de Cristo y su salvación, allí obrará la mano de Dios llevándolos al arrepentimiento y la fe para vida eterna.
Pensamientos para reflexionar