“Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado…. y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría” (1 Corintios 2:1, 2 y 4)
“Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre… Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (1 Pedro 1:23 y 25)
Hay diversidad de semillas y cada una produce un fruto. Pero no todas las semillas producen fruto para vida eterna.
La gente tiene grandes necesidades espirituales. Las consecuencias del pecado son devastadoras. Generalmente, las personas están muy golpeadas por cosas que han dañado su vida y sus emociones. Luego, sufriendo emocionalmente, buscan contención y ayuda. Si a esas personas se les presenta las buenas nuevas de Salvación en Cristo Jesús, podrán encontrar en Cristo todo cuanto necesiten, pero si se le dice solamente que Dios es bueno y los ama, y que busca su bien, pero no se les habla acerca del pecado, ni del arrepentimiento, ni de la necesidad de la muerte de Cristo, que fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación (Romanos 4:25), no se les habrá presentado el evangelio. Por lo tanto, la semilla sembrada en ellos, puede hacer que empiecen a frecuentar un lugar de reunión, pero no que sean salvos.
Por eso, tengamos cuidado. Hay muchas formas de atraer a la gente, pero los verdaderos cristianos, no utilizamos tácticas elaboradas, sino, por el contrario, predicamos el evangelio de la gracia de Dios, sin usar palabras lisonjeras ni encubrir avaricia. (1 Tesalonicenses 2.5)
El fruto del evangelio, son almas convertidas para la gloria de Dios, las cuales dicen de corazón: Dejo al mundo y sigo a Cristo. El fruto de otro tipo de predicaciones no.
Pensamientos para reflexionar