“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29)
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18)
La Biblia no es un libro de INFORMACIÓN, sino un libro de FORMACIÓN. Por medio de ella, Dios forma en aquellos que recibieron a Cristo como su salvador, la imagen de su Hijo. (Romanos 8:29) Por medio de la Biblia, también tenemos mucha información en todas las áreas que interesan al hombre, pero, no fue escrita para que los hombres satisficieran su curiosidad, sino “para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31)
Este detalle, hay que tenerlo muy en cuenta. Frecuentemente, vemos a creyentes, con actitudes que dejan mucho que desear. En lugar de reflejar a Cristo, manifestando naturalmente la vida de Cristo, llenos de amor y de gracia; se los ve más como religiosos. Conocen las Escrituras, tienen mucha información incorporada acerca de Dios y sus cosas, pero no viven vidas piadosas (2 Timoteo 3:5)
Sólo los verdaderos creyentes, pueden manifestar la vida de Cristo. Los demás, poseen mucha información, pero carecen de formación, porque Dios forma solamente a los suyos.
Todo aquel que se relaciona con creyentes, tiene un caudal de información que lo capacita a hablar utilizando su mismo léxico, vestirse como ellos, o imitar cualquiera de sus modales. Sin embargo, lo que no pueden hacer, es imitar a Cristo de una manera fiel, porque para eso es necesario nacer de nuevo.
Pensamientos para reflexionar