“Los necios se mofan del pecado” (Proverbios 14:9)
“La ley del sabio es manantial de vida Para apartarse de los lazos de la muerte” (Proverbios 13:14)
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios” (Efesios 5:15)
La Biblia habla de necios y de sabios. Curiosamente, el sentido bíblico de estas dos palabras, no es el mismo que el que encontramos en el diccionario común.
Necio, en el uso común de la palabra, es aquel hombre poco inteligente que insiste en sus propios errores y se aferra a sus ideas o posturas equivocadas.
Sabio, es aquel que tiene sabiduría, entendiéndose por sabiduría, un cúmulo de conocimientos amplios y profundos adquiridos mediante el estudio.
En la Biblia, Dios define al necio, como aquel que vive y obra sin tener en cuenta la existencia de Dios. Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables” (Salmo 14:1) Teniendo ese sentir en su ser interior, de donde salen los pensamientos y las acciones, el necio hace cosas abominables y se complace con todos aquellos que viven de la misma manera practicando lo que Dios reprueba. (Romanos 1:32)
Y define al sabio como aquel que teme al Señor y vive teniéndolo en cuenta en cada decisión, guardando Su Palabra. Porque “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Proverbios 1:7) Aquí no se trata de tener mucho conocimiento, sino de poner por obra lo que el Señor le haya revelado, andando en ese temor, que no es miedo, sino temor reverente. Un temor de no querer hacer nada que pudiera ser desagradable a Dios.
Pensamientos para reflexionar