“Mirad, pues, que hagáis como Jehová vuestro Dios os ha mandado; no os apartéis a diestra ni a siniestra” (Deuteronomio 5:32)
“En la heredad que poseas en la tierra que Jehová tu Dios te da, no reducirás los límites de la propiedad de tu prójimo” (Deuteronomio 19:14)
Dios es perfecto, y todo lo suyo, equilibrado y justo. Lamentablemente, los seres humanos no somos así. Siempre corremos el riesgo de ir de un extremo al otro. Al legalismo, o a la liviandad.
Para mantener ese santo equilibrio. debemos estudiar las Escrituras, y las doctrinas en ellas expuestas, de lo contrario, por más buena voluntad que tengamos nos exponemos a equivocarnos. Debemos estudiar y comprender todo el consejo de Dios (Hechos 20:27) con sus doctrinas correspondientes.
Si alguien por cuidar la santidad de la Iglesia, coloca la doctrina de la Iglesia por encima de las demás doctrinas, yerra. Porque colocar una doctrina por encima del resto de la Palabra, no produce santidad, sino que origina sectas.
Para guardarse de toda especie de mal, debemos conocer, por las Escrituras, cual es el mal. No basta simplemente decir: “apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2 Timoteo 2:19) pero, sin conocer a lo que Dios se refiere y no lo que a cada uno entiende por iniquidad.
Para tratar las cosas de la Iglesia, debemos conocer todas las doctrinas: La de la salvación, la doctrina acerca del pecado, las enseñanzas acerca de la disciplina y la restauración, etc. Para poder analizar cada caso en particular y evitar de esa manera, negarle privilegios y derechos en Cristo, a quienes Dios perdonó y que deben estar congregados en torno al Señor Jesús.
Pensamientos para reflexionar