“Ya es hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día” (Romanos 13:11,12)
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16,17)
Martín Lutero decía: “Yo predico como si Cristo hubiese sido crucificado ayer, hubiese resucitado hoy, y como si fuese a volver mañana” … Esta frase, la podríamos aplicar no solo a la predicación, sino a nuestra forma de vivir. Así deberíamos vivir los cristianos.
Si Cristo hubiese sido crucificado ayer y hubiese resucitado hoy, ¿cuál sería el tema de nuestra conversación? No habría nadie que no estuviera comentando lo mismo. No habría junta familiar donde se dijera: Hoy nos juntamos, pero de política y de Cristo no se habla… Porque todos los creyentes estaríamos imbuidos del mismo espíritu.
¿Y si nuestro Señor viniera mañana?, ¿cómo viviríamos el día de hoy? Seguramente suspenderíamos todas las actividades superfluas, y las obligaciones laborales las cumpliríamos con la mente en que ya nos vamos, aprovechando cada momento para avisarle al resto que se ponga a cuenta con Dios. Que busquen a Dios mientras pueda ser hallado (Isaías 55:6) Le rogaríamos a las personas: “Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20) Y nada de este mundo, ni ninguna ambición nos perturbaría. Solo nos preocuparía que ninguno de los que amamos se pierda.
A veces, nos parecemos a aquellos equipos que compiten pero que como les alcanza con un empate, no atacan, ni van adelante, sino solo se cuidan y defienden.
“El Señor viene” vivamos con espíritu de adoración y servicio, amando su venida (2 Timoteo 4:8)
Pensamientos para reflexionar