“Si alguno anhela para sí el oficio de obispo, buena obra desea” (1 Timoteo 3:1 V. Mod)
“Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar” (1 Timoteo 5:17)
En la Biblia, Los ancianos, obispos, sobreveedores… eran designados por la autoridad apostólica, para apacentar el rebaño del Señor. (Hechos 20:28) “Cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 Pedro 5:2,3)
A la manera de un pastor, los ancianos apacientan las ovejas del rebaño de Cristo.
¿Cuál es la diferencia entonces entre un pastor y un anciano?
La Biblia enseña que los pastores, son aquellos que recibieron un don consolidante, para apacentar al rebaño, y esto es irrevocable y universal. El ejercicio de un don puede y debe ser realizado en todo lugar para la edificación del cuerpo de Cristo. (Efesios 4: 8,11,12) En cambio, el obispado es un cargo local, que requiere condiciones espirituales, éticas y morales que deben ser reconocidas, para que velen, como hermanos responsables, por el orden y las personas de la congregación.
Ser anciano u obispo, no es un don, es un cargo, un oficio. No es universal como lo son los dones, sino locales como todo cargo. Por ejemplo: Quien era anciano en Filipos, no lo era en Creta.
Es una gran bendición tener hermanos responsables, que como ancianos velen en la asamblea por el buen orden y la salud espiritual de quienes se congregan.
Pensamientos para reflexionar