EL PERRO Y LA PUERCA  (Parte 2)

“Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado” (2 Pedro 2:20.22)


Pedro menciona al perro y a la puerca, dos animales inmundos según la ley y sabemos que Dios nunca asemeja a los suyos con lo inmundo.  Por lo tanto, aquí debemos interpretar que no se refiere a los salvos. No se refiere a renacidos por la Palabra que tienen la vida divina, sino a personas que al igual que el perro o la cerda, no tienen una naturaleza acorde con Dios, y están un tiempo y se vuelven atrás no perdiendo su salvación, sino poniendo en evidencia que nunca han sido salvos.

El perro, vomita cuando rechaza algo, pero luego se siente bien y vuelve a comer de su vómito. La cerda, puede lavarse y perfumarse, pero su naturaleza la hace suspirar ante el barro y ni bien tiene la oportunidad vuelve a revolcarse en aquello que la ensuciaba.

Así hacen muchos lamentablemente. Se limpian exteriormente de vicios, costumbres o cosas que Dios desaprueba, y se esfuerzan en seguir las enseñanzas bíblicas. Testifican y muestran un cambio que parece una conversión, pero luego, muestran que no han nacido de nuevo, que no tienen la vida que se encuentra solamente en el Hijo. (1 Juan 5:11,12)

Los salvos son considerados ovejas del buen pastor. Pueden ser tentados y caer en el barro, pero no se sienten felices allí y lo sufren. La cerda por el contrario lo disfruta, porque así es su naturaleza.


Pensamientos para reflexionar

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