Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno (2 Pedro 2:21,22)
Hay quienes al ver la conducta de aquellos que vienen por un tiempo a la reunión, y se involucran en ciertas actividades religiosas y luego se apartan y vuelven a los viejos hábitos del mundo, dicen: Estas personas perdieron su salvación. Cayeron de la gracia, o frases por el estilo, Y citan el versículo: “El perro vuelve a su vómito y la puerca lavada a revolcarse en el cieno”
En realidad, esa no es la interpretación correcta de ese versículo, además debemos resaltar siempre que la salvación no depende del hombre para conseguirla ni depende del hombre para conservarla.
La salvación de principio a fin es obra de Dios. (Efesios 2:8) Por eso, ninguno de los salvos en el cielo alabará a Dios y reivindicará su participación, diciendo. “Al que nos amó y lavó de nuestros pecados en su sangre y a nosotros que supimos ser fieles para conservar la salvación, sea la gloria” porque allí se verá que la gloria de nuestra salvación corresponde solamente al Señor.
El versículo mencionado en la epístola de Pedro, no enseña que un creyente puede perder su salvación, sino que, así como hay falsos maestros entre el pueblo de Dios, hay también cristianos profesantes, personas que están en esos círculos pero que no han nacido de nuevo, que permanecen un tiempo, se limpian moralmente siguiendo algunas enseñanzas, pero luego vuelven a su antigua vida.
Continúa en la parte 2
Pensamientos para reflexionar