“Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” (Génesis 22:1,2)
“Comenzó Salomón a edificar la casa de Jehová en Jerusalén, en el monte Moriah, que había sido mostrado a David su padre, en el lugar que David había preparado en la era de Ornán jebuseo” (2 Crónicas 3.1)
La Biblia tiene enseñanzas maravillosas que nos hablan al corazón.
Fijémonos por ejemplo en estos detalles. El templo de Jerusalén, era la Casa de Dios que levantó Salomón por indicación divina. Esa casa estaba situada en el monte Moriah, (2 Crónicas 3:1) un lugar con mucha historia. El monte Moriah es donde Abraham llevó a Isaac su hijo, su único a quien amaba para ofrecerlo en sacrificio (Véase Génesis 22:1) También es el monte donde estaba la era de Ornan Jebuseo, donde David ofreció sacrificios a Jehová que detuvieron su ira (Véase 2 Crónicas 21) Lo cual nos hace ver que la Casa de Dios se levantó sobre el mismo terreno donde el Padre ofreció a su hijo y donde el juicio de Dios se detuvo. ¡Qué sorprendente!
Hoy la Casa de Dios, es la Iglesia del Dios viviente (1 Timoteo 3:15) La cual se levantó sobre la misma base. Base que nos habla del Padre amando al Hijo y entregándolo por todos nosotros los pecadores. Sobre la base del sacrifico de Cristo en la cruz, donde el juicio de Dios se detuvo pues Dios se vio satisfecho y pudo en virtud de ello, abrir sus brazos de gracia de par en par para recibirnos. El Monte de Moriah es un lugar especial, y nos habla figurativa al corazón, constatando la doctrina bíblica que encontramos en el resto de las Escrituras.
Pensamientos para reflexionar