EL EVANGELIO EN FILIPOS

“El carcelero les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa… y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios” (Hechos 16:30:34)


(Leer Hechos 16:6-40)

En la ciudad de Filipos, las primeras conversiones fueron entre aquellas mujeres que se habían reunido para la oración. (Hechos 16:13-15) ¡Qué maravilla! Dios responde y bendice siempre a los que le buscan.

Luego el enemigo quiso mitigar la obra de Dios, exaltando a sus siervos, a través de una mujer con espíritu de adivinación. Pablo, en el nombre de Jesucristo, liberó a esa mujer de ese espíritu de las tinieblas. Eso le costó la oposición de todos y fue llevado a la cárcel. (Hechos 16:16-24)

Habiendo sido azotados y puestos en el cepo, Pablo y Silas cantaban y oraban y los presos los oían, como también el carcelero que sabía bien porque estaban presos. El carcelero, además, había oído decir que ellos “anunciaban el camino de salvación” (Hechos 16:17) y todas estas cosas trabajaban su corazón.

Las personas son trabajadas por el Espíritu que los convence y los redarguye, para que, sintiendo su estado de perdición, reciban el mensaje del evangelio de salvación. Cuando Dios hizo temblar la tierra, el carcelero sacó su espada y quiso matarse, se sintió perdido. Más Pablo, le dijo que no lo hiciera que todos estaban allí. El trabajo en su interior era inmenso, y dijo: ¿Qué debo hacer para ser salvo? La respuesta para él, es la misma para todos aquellos que se preguntan lo mismo: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”


Pensamientos para reflexionar

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