“He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones” (Eclesiastés 7:29)
“El hombre nacido de mujer, es corto de días, y hastiado de sinsabores, Sale como una flor y es cortado, Y huye como la sombra y no permanece” (Job 14.1)
La vida es hermosa, porque Dios no nos ha dado nada que sea imperfecto ni malo. Pero la vida es hermosa, tal como Dios la quiso, no como la vive el hombre lejos de Dios. Lamentablemente, habiendo pecado el hombre, todo fue echado a perder y la vida que se vive en este mundo, no es bella a pesar de que Dios, “todo lo hizo hermoso en su tiempo” (Eclesiastés 3:11)
La vida, en un mundo de pecado, no es hermosa. Una vida donde hasta los niños se enferman y mueren. Donde somos separados de los seres amados por causa de la muerte en cualquier momento y a cualquier edad. Donde La belleza, la fuerza, la salud, las capacidades intelectuales… todo pasa y decrece, y el hombre, sin poder impedirlo, se dirige a su morada eterna (Eclesiastés 12:5) no es linda.
Bella es la vida con Cristo. La vida de aquellos que están en armonía con Dios y en su comunión. Ellos también envejecen, enferman y mueren como el resto de los mortales, pero, si les toca hacer esas experiencias, no se encuentran solos, lo sobrellevan con Cristo, y saben que siempre avanzan hacia algo mejor. La vida no se les termina, sino que pronto la empezarán a vivir en su plenitud, despojados de este cuerpo de muerte.
Para ellos, la vida es distinta porque tienen paz, confianza y una esperanza bienaventurada.
Pensamientos para reflexionar
