EL AMOR DE DIOS

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”  (Juan 3:16)

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36)


Un predicador, contaba que había visto en un sueño la escena de dos mesas detrás de las cuales se agolpaba gente.

Detrás de la mesa ante la cual se agolpaba una multitud, había un cartel que decía: (Juan 3:16) En la otra el cartel decía casi lo mismo, solo que tenía el agregado de un versículo más (Juan 3:16 y 36) y detrás de esa mesa, sólo había unos pocos.

Ante la mesa donde había unos pocos, no solo se hablaba del amor de Dios para con nosotros, lo cual es algo maravilloso, sino también de la condenación y la necesidad de creer en Cristo.

Esto hace pensar. La gente no puede negar su grande necesidad de amor y misericordia de parte de Dios, por eso no rehúsan a que se les hable del amor de Dios y de sus bondades, pero, muchos, quieren eso, sin compromisos. Cuando se les habla de su responsabilidad y de la condenación, cuando se los confronta con su estado de perdición y se les dice que deben creer en el Señor Jesús, porque si rehúsan creer, la ira de Dios está sobre ellos, ya no están de acuerdo. Ese mensaje no les satisface.

Sólo aquellos que aceptan el testimonio de Dios acerca de su condición humana pecaminosa y aceptan que la condenación está sobre aquellos que rehúsan creer en el Hijo, se paran detrás de esa mesa.


Pensamientos para reflexionar

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