EL ALTAR DE TIERRA

“Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová” (2 Reyes 5.17)


El hombre sabe desde el comienzo que entre él y Dios debe haber un sacrificio. La Biblia nos muestra que los creyentes fieles a Dios, siempre se acercaron a Dios, adoraron y agradecieron ofreciendo un sacrificio sobre el altar.

Antes de que por medio de Moisés, Dios diera las especificaciones acerca del altar de bronce, les habló de algo más sencillo, les dio especificaciones claras para que pudieran levantar siempre un altar, que aunque humilde, les serviría para glorificar su nombre. “Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas” (Éxodo 20:24)

Nosotros hoy somos aún más bendecidos, porque tenemos la revelación completa del valor del sacrificio de Cristo y de la adoración, pero estos pasajes nos alientan igualmente a una adoración, que no está reservada solo para los momentos en los cuales tenemos la dicha de encontrarnos con nuestros hermanos en Cristo; sino, para que como aquellos que levantaban un altar de tierra sin  orden clerical, sin herramientas humanas, sin adornos, ni ninguna otra intervención del hombre, simplemente adoraban.

Levantemos en nuestros hogares un “altar de tierra” desde donde adoremos a nuestro Señor y le demos gloria.

Adorar en la intimidad ejercita el corazón de los adoradores y los llena de gozo, “porque el gozo del Señor es nuestra fortaleza” (Nehemías 8:10)


Pensamientos para reflexionar

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