COMUNIÓN

“Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad” (1 Juan 1:5,6)


La palabra: COMUNIÓN viene de: Común-Unión;  es decir la unión que se produce por lo que tenemos en común.

“Nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” dice (1 Juan 1:3)

La comunión con Dios es fruto de la conversión. El hombre alejado de Dios necesita reconciliarse con él, por medio de Jesucristo. (Colosenses 1:19-21) Sin reconciliación, no hay comunión.              El hombre sin Cristo está enemistado con Dios por causa del pecado.

Si bien la comunión con Dios es el privilegio de todo creyente, “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen” (Salmo 25:14) Esto nos enseña que existe algo mayor que la comunión común de todos los hijos de Dios, y es: la  comunión íntima que gozan quienes le obedecen y siguen. Quienes temen hacer algo que lo deshonre o le desagrade.

Frecuentemente nos privamos de gozar esta porción, por permitir en nuestra vida cosas que la interrumpen: Actitudes carnales, enojos, celos, palabras deshonestas, rencores, susceptibilidades…

Apartemos de nuestra vida todo aquello que nos dañe espiritualmente y obremos justamente cultivando la comunión, ya que “su comunión íntima es con los justos” (Proverbios 3:32)

Al cortar la comunión perdemos la paz, el gozo, la fuerza, los deseos de servirle…

Cualquier  pecado interrumpe la comunión. Y caer en lo más bajo, es consecuencia de haber perdido la comunión.


Pensamientos para reflexionar

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