“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:7,8)
“Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios (2 Corintios 7:1)
“Para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:19)
En la actualidad, todo prácticamente se hace mediante el teléfono celular. Esto nos obliga a bajar diferentes programas y apps para ciertas operaciones: Comunicaciones, Banco, etc. Además, muchos bajan juegos, música y otras cosas que consideran útiles, constatando luego que todo se ralentiza, por la falta de espacio. El funcionamiento es cada vez más lento, porque el aparato está lleno con muchas cosas.
Cuando esto sucede, comenzamos a desinstalar lo que no se utiliza tanto. Borramos archivos, conversaciones, imágenes guardadas y todo lo que ocupe un espacio que debe estar disponible para otras cosas. Así, tal cual, nos sucede en lo espiritual.
Los creyentes debemos estar llenos del Espíritu Santo (Efesios 5:18) Lo que debe abundar en nosotros es la palabra de Cristo (Colosenses 3:16) Así Dios, es santificado en nuestros corazones (1 Pedro 3:15) y de esa manera funcionamos como debemos hacerlo para la gloria de Dios. De lo contrario, perderemos efectividad. Del teléfono podríamos decir que se cuelga, que tarda en responder a la orden recibida, o cosas por el estilo que evidencia que requieran un vaciamiento. Del creyente lo mismo. No respondemos a Dios como deberíamos, cuando estamos llenos de cosas que escuchamos, de imágenes que deberíamos borrar y de todo aquello a lo que le dimos cabida pero que no nos sirve
Limpiémonos de todas esas cosas para que nuestro funcionamiento para el Señor sea el deseado.
Pensamientos para reflexionar