“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (1 Juan 2:15,16)
“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5:4,5)
En la Biblia, el sistema organizado por Satanás que obra en la tierra para que las personas no vivan conforme a la voluntad de Dios, lleno de engaños y tentaciones, es llamado: Mundo.
Es muy difícil ser fuerte ante la corriente de este mundo, pues el hombre por naturaleza está de acuerdo con ese sistema pervertido.
¿Cómo vencer esas tentaciones cuando dentro de nosotros mismos hay deseos carnales que batallan contra el alma? (1 Pedro 2:11) ¿Cómo ser fuertes cuando sabemos que el pecado asedia y que estamos rodeados de personas y cosas sensuales?
La Biblia dice que lo que es nacido de Dios vence al mundo. (1 Juan 5:4) Pues, lo que es nacido de la carne, carne es (Juan 3:6) y siempre encontrará agrado en las cosas del mundo. Sin embargo, para quien haya nacido de Dios, las cosas son diferentes. El nacido de nuevo, por fe, se eleva por encima de todo cuanto pueda ofrecerle el príncipe de este mundo y ve las cosas como realmente son. Sabe que la satisfacción momentánea tendrá luego su sabor amargo, “porque todo es vanidad y aflicción de espíritu” Por eso puede mantenerse rechazando los deleites temporales del pecado” (Hebreos 11:25) Porque la contemplación de la gloria de Dios lo satisface mucho más que la gloria de este mundo y todo cuanto se le pueda ofrecer.
Por eso la fe, vence al mundo.
Pensamientos para reflexionar